Apunte para unos bocetos sobre una novela gráfica urbana
El verdadero fanático arqueológico sueña en conquistar el infierno. No hay más que conquistar en esta vida despues de Alejandro Magno haya sido un mito o no, entendámoslo con la filosofía de los sensatos. Se identifica con el arcángel Miguel previo entrenamiento arduo y luego de la exagesima lectura bíblica se lanza a cautivar a la bestia en sus propios dominios. Desde el arcangélico Giotto hasta el último juego artesanal del Calcio (solo para López) telespectado por los hermanos norteamericanos jamás se ha intentado semejante hazaña. A unos espanta, a otros deleita. ¿Por qué los estudios urbanos no desentona nada con tales pretensiones? Acaso es el Palacio de Cristal una argucia más para distraer o filtrar lo verdadero al respecto? Dejo las preguntas abiertas en primera instancia. Pasemos a materia sociológica. Desde la aguda delantera, Francesco Priurini sugiere al defensa "te está viendo".
Hipotéticamente releyendo, lo urbano forma parte de las ciencias de la antigüedad. El buen refinamiento que hace al caballero se logra con armonía. La armonía no es un bien democratizable, por lo menos en su versión prolongable al placer sea espiritual, mental o corpóreo. Yo prefiero la buena mesa aun cuando a veces me es inaccesible por razones de existencia: si el bien existe también su mal correspondiente. Mucho han trabajado los médicos por el mal; es hora de hacer lo propio con el bien. Los profesores de medicina dirían que el mal del hombre es la ignorancia como para el cardiólogo consultivo el desamor. Un poco de verdad no nos mata y para ser buenos excavadores hay que reconocer que el amor no es lo nuestro, ni su boda con el cerebro, más acaso la intuición. Intuimos lo que nos interesa, al fin y al cabo. Así es la cognición humana desde Ramon y Cajal hasta Varela por ello en tono de broma, en tono en serio, los ilustradores aprendemos a acuarelear bananas antes que bodegones.
De nada sirve gastar millones de dólares en edificar ciudades si no es posible convencer a una bestia para que no siga trayendo hijos a este mundo y facilitarle las cosas para que siga haciendo estupideces irremediables. En la metrópoli del futuro la educación será un tema museográfico y solo eso. El amor también. ¿Sexo? Lo dudo más es probable. A algunos hombres modernos le llaman la atención los burdos alaridos y gestos de una hembra incontrolable en lugar de la más refinada de las edificaciones urbanas, y esa actitud es lo que nos hace hombres a según este entender. La antropología cultural contemporánea (Geertz a su modo; francesa por otra parte) aún no ha logrado responder a esa cuestión durante la permanencia campirana en una ciudad con motivos de registro gráfico. ¿Podrá aprender a vivir junto con sus congéneres el hombre prolongadamente solitario por virtud de los avances tecnocráticos modernos o ese estamento social no es más que otra apariencia atractiva estructurante vía Palacio de Cristal posmoderno? Los criterios de realidad son cada vez menos convincentes (...) y más inciertos en la película que cubre la arquitectura con las capas de subjetivación urbana. Afortunadamente, esto no es más que literatura protocolaria al vagabundeo urbano. Los tapatíos tienen otros problemas al parecer; no son suyas las temáticas ultra marítimas ni selváticas. Alternativa para estar otra vez, juntos. El Palacio de Cristal es una realidad estructurante y en ascenso. Quizás sea menester tomarse el tiempo de averiguarlo. La ficción urbana es un poder transitorio más real. Como todo poder es adjudicable. Desde Gilgamesh hasta el Foucault tardío lo hemos intentado comprender.
Urbanopitecus sale de su cueva entre las soleadas arboledas de una bonita ciudad. Camina a paso lento con una natural desconfianza en los autos, bicis y perros-androide. Comienza a enarbolar un pensamiento simple: las criaturas deben nacer en la predilección y el buen gusto, esto es, plátanos con crema y mucha, mucha azúcar hecha bola. Con tristeza comienza a pensar en crías que no son las propias porque el deber así lo manda: el bien común es imperativo. En un gesto de insurrección espiritual en lugar de mostrar su agraciado rostro muestra sus dientes al infinito. De súbito, Jesús transita por ahí en un Ferrari colorado tan flamante como sus zapatillas para baile de salón; apenas se distingue la rubiaza que lo acompaña. El antropoide se impresiona y se resguarda bajo un árbol. Duerme; duerme; duerme...
Durante su sueño de antropoide salvaje urbanopitecus ha obviado, olvidado y omitido cosas sociológicas bien urbanas.
"Te amo vida aunque tu no me ames".
"Muero por ti mas no por ninguna otra".
"Te vi que me viste: ¡que bizcocho!
"Si ya las conoces pa' que las espantas más"
"¡Ay! Que pichoncillo aquel".
Al volver al mundo real desearía volver a habitar una simple empalizada o en las alturas de una copa. Quizás el brujo de Catemaquillo pueda hacer algo por el y entonces prepara un peregrinar hacia algún lugar donde vuelva a ser un antropoide en medio de un ecosistema donde solo haya lo indispensable. ¿Acaso al urbano moderno le compete tal pregunta? Las congéneres de lo masculino (agudas, graves y esdrújulas) cada vez se hacen más inteligentes no por méritos propios sino por lo que los antropoides comunes hacemos cada vez menos, aunque debiéramos.
Refinar literatura no nos hace necesariamente mejores progenitores pues un hijo genuino es cosa de diseño, no forzosamente planificación. La medicina familiar moderna cada vez más asiste al diseño como factor de cambio social, y es que no hay hijo bello a la usanza griega antigua y moderna que no sea saludable. Ver las cosas de otro modo solamente nos induce a la involución y actitudes retrogradas de quienes se esperan distinguidos y concisos. Nuestro estilo de vida urbano se mejora con la continua evaluación métrica de sus objetivos y fines teleológicos desde los sumerios hasta Luis Barragán. En otras latitudes, Don Luis Unikel construyo para perfeccionar la ciudad del porvenir. Al respecto, tal vez la historia haya sido lo que siempre tiende a ser: pasado.
La señora del actor se atreve a hacer sketch a media calle. Hace un berrinche porque le dijeron "olla podrida" antes de ingresar a un lugar de sano esparcimiento a módico precio. Ambos universitarios no concuerdan acerca de una simple caja de diseño: que debe tener y que no para lograr la perfección en el trazo urbano mientras el individuo divaga con el ultimo estreno de Mia Khalifa. ¿A acaso es esa la educación universitaria planificada a futuro para los trabajadores urbanos modernos? Ya no vivimos en el universo donde todos tenían que pensar más o menos igual para acceder al empleo remunerado y una familia funcional, de hecho, como sociólogo creo que nunca hemos vivido realmente como especie civilizada si es que los latinos representan el patrón a seguir. Del pensar para habitar al sentir para habitar nos distanciamos más de un siglo. A veces quienes habitamos México desearíamos vivir en otro país pero no es posible. Tenemos que conformarnos con la ficción y esta solo se logra mediante la literatura. Al respecto, creo que habremos de recordar que el islam mexicano no tiene futuro en modo alguno: ni como institución ni como instancia reguladora de sus realidades sociales. Creo que aún hay tiempo para tomar cartas al respecto o medidas. Quizás el papel que le corresponde a México en el sistema mundial global sea otro. Tal vez vale la pena intentar. Les recuerdo que los trabajadores urbanos no tenemos todas las preguntas a todos los problemas domésticos, urbanos y alusivos al desarrollo social. Poseer otra nacionalidad o afiliación religiosa permanente quizás ayude a mejorar las cosas.
La educación eclesiástica es la respuesta a todas sus preguntas en tal efecto. Desde lo secular, las cosas pintan de modo diverso. El mal urbano ya no es escenificable como antes, ahora no es más que otra argucia del Palacio de Cristal posmoderno a lo cual antes los doctos nombraban Satanás. Si este es solo es una ficción, nosotros como cristianos no debemos dejarlo crecer. Los actores en su cotidianidad de acuerdo con Goffman han captado de modo aproximado su idea general, mas su núcleo irreal es complicado conocerlo si es que "psicoanalísticamente" es un constitutivo de la praxis a profundidad. "Siete mil velos no son suficientes para conocer el verdadero amor sin verdad de por medio" dice Mary Khardashian antes de dar media vuelta y cerrar la lujosa puertezuela por siempre. Su vestido azul le delata: ha usado las reminiscencias de la novia. Nunca más se verán esos ojos donde el amor arcaico comenzaba una historia de amor y transparente afecto. Solo es posible recrearlos mediante la cartografía urbana simbólica que potencia la subjetivación en nuestra biografía. en el otro extremo, la izquierda universitaria corea: !Porfirio Cadena no ha muerto!!Nunca! El Ser moderno tiene temor al desamor aun cuando no sabemos si es congénito ese temor. Gustamos imaginarnos amados porque carecemos. El pancrasio urbano es a su vez anfiteatro de los amores ilusos. No es otra esta métrica con respecto a su arquitectura y urbanización en ascenso. Un disociado con su propio corazón (¿existe una relación más positivante de acuerdo con Kristeva?) lo imagina un poco cervantino. Sádicamente, cree que es el Palacio de Cristal en si y para si mismo. Lo destrona. Un verdadero autosabotaje existencial que hace la envidia radiofónica de la extrema unción izquierdista de la fe en el progreso material ahora convertido en un par de tenis de tres franjas más que desechables. Algún vago de por ahí los adoptara y luego plantara con ellos un árbol de sinsabores.
Guadalajara no es una ciudad sustentable para el provenir islámico que nos aguarda. Aun el más diestro de los arquitectos o diseñadores urbanos fuma, bebe y grita. En su casa son un desmadre porque riñen mucho con sus hijas acerca de cual vestido-barbie es mejor que el de la abuela, o por cual por tal razón los marcadores de agua propios se encuentran mas gastados que los de su otra niña, o porque en su collage de los Stones no hay lengua purpura como ternera recién matada camino al exceso anatómico. Que decir de la estruendosa música abstracta además de los versos satánicos versión Venom que acompañan las revistas con novedades medicas propiedad de Pepito ahora casi un hombre. El sobrino en visita escolar pregunta si la arquitectónica y las inalcanzables modelos aparecidas en las películas protagonizadas por Alfonso Zayas y El señor Rojas podrían llevarnos algún día más allá de la mera experiencia popular localizada. La señora de la casa aún se interroga si se ha enamorado otra vez del artista o del hombre o de uno enamorado del otro. Con sus respuestas plausibles podría gestionar un tiempo compartido en una nada soleada playa mexicana. El diseñador a veces quisiera hacer más dinero con facilidad para reñir en modo interválico con una simia desconocida. Mas de una tercera parte no le corresponderá: al diseñador le atañe la belleza, económica y accesibilidad de sus textos.
¿Acaso es una reserva para indígenas involucionados lo que tiene en mente cuando diseña señor urbanista y diseñador urbano?
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